Francisco Palomares del Pino EL BARRIO DE LA VI Boceto dramático en cuatro cuadros, precedidos de un otólogo original en p^osa y verso MUSICA DE LOS MAESTROS López del Toro y Fuentes MADRID SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES, Nuñez de Balboa, 12 ST-o ; q- ('ff a Francisco/Palomares del Pino EL BARRIO DE LA VIÑA Boceto dramático en cuatro cuadros, precedidos de un prólogo original en prosa y verso MUSICA DE LOS MAESTROS López del Toro y f- tientes Estrenada con extt Moriña CARABINERO i . . • Sr. Perez CARABINERO 2. '. ...» García Salineros, Pescadores, Marineros, Gitanos y Coro general. La acción en Cádiz y sus alrrededores, hacia el año 1850. Derecha é izquierda la del actor. - f .... .. c /- -• . - ■ . \ • <2- M0 ACTO ÚNICO PUÓLOGO Durante el preludio de orquesta se alza el telón y aparece un trozo de playa. Al fondo se ve el mar, agitado por furio¬ so oleaje. Alo lejos se divisan las luces de Cádiz. En el centro de la escena que representa el mar, habrá una ro¬ ca practicable. En ella Pa&Zo, que lucha brevemente con las olas y al fin salta á tierra. Pablo ¡Tierra! tierra ¡qué alegría!... Tierra, sí, Dios soberano: ¡Rosariyo, hermana mía... por fin ha llegado el día en que te vengue tu hermano! Ya logré mi salvación: ahora á averiguar el nombre del que fué tu perdición, y á buscar á ese mal hombre ¡y á partirle el corazón! (Después de vacilar, vase resuelto por la derecha. Baja el telón). 2 Carretera de Cádiz á San Fernando. A la izquierda un montón de sal, que llega á las bambalinas, y un lanchón viejo, rodeado de las herramientas para componerlo, como yunque, sierras, etc., á la derecha un ventorrillo y ante él una mesa. Coro general. ESCENA. PRIMERA JEREZANO, sentado junto á la mesa. Viste con lujo y lleva á la cabeza sombrero ancho y pañuelo. SALINEROS, MA¬ RINEROS, PESCADORES, unos apilando la sal y otros componiendo el lanchón con sierras y martillos. MÚSICA Coro. Siga, siga la faena, duro, duro, venga ya; suene el ronco martillazo, venga estopa y alquitrán. No haya miedo ni temor; duro, duro á trabajar por que al hierro se le dobla á fuerza de golpear. Jerezano Ya la luz del claro sol los montes de sol blanquea, pero más luz que ese sol tiene mi niña morena. Jitanilla mía, tus ojos alumbran y corre en tus venas 11 la sangre andaluza, tus ojos dan fuego, Jitanilla mía, como el sol ardiente de la Andalucía. Coro Ya la luz del claro sol los monte de sal blanquea, etc., etc. / _ ESCENA II , ■ Hablado DICHOS y CURRO BIGOTES (por la derecha. Tipo fantas¬ món, con unos bigotes descomunales). Curro. ¡Dios guarde á mi buena gente! Así se trabaja, sin miedo á la fatiga. Va¬ mos á ver: ¿quiénes de vosotros vais á venir á arrempujar al agua la ba¬ landra carga de sal que sale de ma¬ druga pá Marbella* Los que sean hombres amigos del trabajo y no se asusten de una faena dura, que echen á andar detrás mía, de mí (ai ver que nadie va). ¡Ni Dios se menea! Son unas ñeras pá el descanso. ¡¡Ah! ! Los que quieran dinero y que les pague el jornal de la semana, que se vengan detrás mía, de mí. (Los trabajadores arro¬ jan las herramientas y vanse en tropel tras Cu¬ rro, por la izquierda). ESCENA III JEREZANO y CHICUCO Jerezano. ¡Niño! (paimotea.) CHICUCO. ¡Voy! (Saledel ventorrillo. Tipo de montañés) clásico en Cádiz.) ¿Que va á sé? 12 — Jerezano. Chicuco. Jerezano. Chicuco. Jerezano. Chicuco. Jerezano. Chicuco. Jerezano. Chicuco. Jerezano. Chicuco. .Jerezano. Chicuco. Jerezano. Chicuco. Jerezano. Chicuco. Otra botella. Volando (aparte) Quién será éste; con tanta sed y con tanta bulla. (Entra.) No veo al Gusarapo por ninguna par¬ te. ¿Habré equivocao las señas? Qui¬ zás el montañés pueda enterarme de algo... El vino. (Trae una botella.) Oye, muchacho: ¿conoces á mucha gente en esta playa? Desde la Carraca á Cádiz, hasta los camarones son amigos míos. Sabes quién Vive en una casa llama¬ da «La Gaviota». Sí señor: Allí vive Rosario la Salinera. Y esa casa ¿hacia adonde cae? ¿Usté ve aquella salina? Pues tó se- guío, se llega allí: después, á la dere¬ cha: luego anda usté una media le¬ gua hasta llegar á un ventorrillo: bueno, pues allí es... Allí es la casa? Allí es donde tendrá usté que descan¬ sar, porque irá con la lengua fuera. ¿Queda aún mucho? Regular: Luego... no sé de fijo si es á la derecha ó á la izquierda, pero al primero que pase le preguntasté, que yo creo que lie equivocan el camino. ¡Gachó y no estás bien entefao! Si quiere usté más detalles, Curro Rigotes los puede dar. ¿Curro Bigotes? Quién es ese? ¡Casi nadie! El amo de esa salina y de ese barco y de tó: el guapo más nombrao de estos arrecifes. Aquí ha contao, que una vez en el Barrio de la Viña, le abrió á un gitano un abu- jero en la barriga, se entró por el y se salió por el otro lao. — 13 - Jerezano. Sí que es un guapo. Chicuco. Otro día en el Mataero, le vimos cor¬ tarle de una puñalá la cola á un to¬ ro bravo de siete años. Jerezano. ¿Y por qué no le cortó la cabeza? Chicuco. Porque la cabeza se la habían cortao ya pa degollarlo. Jerezano. ¿Y aquí no hay más guapo que ese? Chicuco. Otro más nombrao se espera: un ga¬ chó que dicen ha venío de Gibraltar pá esperar un contrabando por estas salinas y que es una bala perdía. Jerezano. Y cómo le llaman á esé temblor de tierra? Chicuco. Pedro el Jerezano. Aquí no se habla más que de él. A ese es á quien Curro Bigotes le tendrá que reconocer las tripas... Jerezano. Cuánto te debo? Chicuco. Cuatro y dos siete y tres doce y me llevo dos: catorce reales. Jerezano. Allá va un duro, porque me vas á concedé un favor. ¿Tú conoces á Pe¬ dro el Jerezano? Chicuco. No permita la Virgen de la Palma que jamás venga por aquí ese perdió sinvergüenza, pá buscarle á mi amo una ruina. Jerezano. Pues cuando venga D. Curro Bigotes, le dices que pagás tiene seis cañas, por un amigo que desea conocerle. Chicuco. ¿Y cómo le digo yo que es la gracia de su mercé? Jerezano. Le dices, que quien ha estao aquí y volverá cuando sea razón, se llama Pedro el Jerezano. (Levántase). CHICUCO. (Tira la batea con la botella y vaso y se esconde temblando bajo la mesa.) Maldita la gracia que me ha hecho á mí la gracia del chavó ese. 14 — JEREZANO. (Que se ha dirigido al foro vuelve al oir dentro á Gusarapo cantar el Pregón delpescao.) ¡Gu¬ sarapo! Chicuco. ¡Pedro el Jerezano aquí! (ai verlo volver.) ¡ ¡ ¡ Ah! ! ! (Sin salir de debajo de la mesa, la lle¬ va á la cantina, cerrando la puerta.) ESCENA IV JEREZANO y GUSARAPO (pillo de playa ajitanado y andra¬ joso: trae una pequeña espuerta délas de vender pescado). Jerezano. 'Gracias á Dios que llegas. ¿Has visto argo? Gusarapo. Argo; dos carabineros y un sargen¬ to, que vienen como pá acá. Jerezano. Entodavía nadie me conoce: pues que no faltes á la noche á donde sa¬ bes. ¿Tienes ya buscaos á los demás chavales? Gusarapo. Completa está la cuadrilla. Ahí en en esas piedras los he dejao, secán¬ dose los pantalones. ¿Los llamo? Jerezano. ¿Y van á venir en calzoncillos? Gusar apo. No hay cudiao: no los traen. Jerezano. Pues hasta aluego, y que les enseñes bien la lección. Gusarapo. Con el achaque del pregón del pes- cao, nos colamos en toas partes y lo guipamos tó. Jerezano. Pues hasta aluego, y vaya esa mo¬ nea pa los gastos de educación, (Leda un duro.) Gusarapo. Dios se lo aumente de salú. (Váse Je¬ rezano por la derecha.) ¡Un chillé! ¡PeS- cailla! ¡Coquina! — 15 - ESCENA V , GUSARAPO, PESCAILLA y COQUINA, (gitanillos aun más andrajosos y despeinados.) Gusarapo. ¡Mardita sea la mar sala! ¿Entoavía no habéis acabao de jacer el tocaor..? Pescail. Yo me estaba arrematando de peina, Gusarapo... Coquina. Y yo probándome esta ropilla nueva. Gusarapo. Pues acaban de hacerme un regalo fino: dos' reales. Pescail. ¿Quién? Gusarapo. ¡Quién! El que os he dicho: el pairino que me he echao pa jacerme un pre- sonaje y á ustedes si os arrimáis á la vera de mí. Coquina. ¿Qué hay que jacé? Gusarapo. Lo que yo mande: aprenderse el pre¬ gón del pescao, y acostumbrarse á ver venir á los carabineros... Pescail. Y gritar cuando los guipemos. ¡Sar¬ dinas! Coquina. Y apartá á juir ¿no es eso? Gusarapo. Eso: y ahora, oido al pregón, que de este modo y manera es. Miísica Chavalillos, oid con cuidiao, y aprender el pregón del pescao. Anda ya * Anda ya. Pescao de la má Gusarapo. Pescail. Gusarapo. - 16 — en la espuerta lo llevo vivito, • queriendo salta. Ay qué caramales, ay qué boquerones, caballas, besugos, armejas, dentones; vendo pescadlas que son el retrato de ciertas chiquillas. Vivito el cangrejo, tunante marisco, que á los que se bañan les tiran pelliscos, y arranca el peazo del sitio que coje; y llevo la anguila que estira y encoje, Pes. y Coq. Que estira y encoje. Gusarapo. Ay qué sarmonetes, besugos doraos, sardinas de prata, atún azulao con la cara negra argo parecía á la de mi suegra. ¡Ay qué buena lisa y también almejas, para que los dedos se chupen las viejas con muy finos modos, que hay quien se las come con cáscara y todo Pes. y Coq. Con cáscara y todo. Gusarapo. Tóo cuanto en el mar. se cría lo diera, gitana mía, por tu rostro, que es moreno. - 17 - como es Jesús Nazareno el que está en el barrio de Sta. María. 1 Y este es el pregón del pescao; eso está pero mu biencantao. Pescao de la má en la espuerta lo llevo vivito queriendo sartá. Coq. y Pes. ¡Sardinas, sardinas!.-. Gusarapo. Me caso en la má. ■ , % . **■ , : /*' , " (Vanse huyendo.) ESCENA VI ’ • . I . . ; Hablado SARGENTO, CARABINERO l.°, CARABINERO 2.° (por la izquierda.) Sargento. ¿Qué gente es aquella? Carabi l.° Pillos de playa, mi sargento. Carabi 2.° Morralla sin valor. Sargento. Pues mucha vigilancia por si viene por aquí el* marinero escapao del presidio. Carabi. A la orden (Vanse.) Sargento. Vayaíi con Dios. ESCENA VII SARGENTO, CURRO y á su tiempo CHICUCO Curro. Buenas tardes, mi sargento. Sargento. Venga con Dios Curro Bigotes. Curro. ¿Conque de servicio? ¿Hay mucho que hacer? Sargento. No íálta: buscar á un preso que ano- 3 — 18 — Curro. Sargento. Curro. Sargento. Curro. Sargento. Curro. Chicuco. Curro. Chicuco. Sargento. Chicuco. Curro. Chicuco. Curro. che se escapó de Cuatro Torres, echán¬ dose al mar por la ventana del cala¬ bozo, y vigilar por si viene ese con¬ trabandista tan nonti brao que se aguarda; ese tal.... Pedro el Jerezano: me duelen las ore¬ jas de oir hablar de él; tos andan asus¬ taos. i Menos yo. Deseando estoy que ven¬ ga para conocerlo. En quince años que llevo de servicios, ya usted com¬ prenderá que es muy difícil pegárme¬ la con el contrabando. Yo huelo el tabaco desde un kilómetro de distan¬ cia. - Pues yo no huelo el tabaco desde esta mañana que salí de Cáiz. Venga un cigarro. Pa usté los tengo, y una caña tam¬ bién. Esa la doy yo ahora mismo. ¡Niño! (Ambos se dirigen al ventorrillo, sorprendién¬ dose de ver la puerta cerrada). ¿Qué es eso? ¿Está cerrado el vento- • rrillo? A lo mejón se acaba el género y el Chicuco se acuesta á dormir. ;Niño, abre! (Llama). (Asomando la cabeza por un ventanillo que ha¬ brá en la puerta). ¡No abro! ¿Cómo? ¿A tí no te han dao nunca una gofetá. Nosefior; una boleta nunca; siempre han sido dos cuando menos. Abre, y trae vino. No ine ha quedao. Trae ron. No me ha quedao. ¿Y ese es el surtido que tienes? ¿Note da vergüenza? - 19 - Chicuco. Curro. Sargento. Chicuco. Curro. Chicuco. Sargento. Curro. Sargento. Curro. Sargento. Curro. Chicuco. Curro. Chicuco. No me ha quedao, Además, las cosas claras. Yo no abro hasta que mi amo vuelva y le cuente quién ha estado aquí, y le diga que me saque de este ventorrillo, donde no vienen más que perdíos y.... Gracias. Vamos, sí: ha venido el coco. Peor: ha venido un hombre que ha pagao seis cañas para usté, porque quiere conocerlo y abrirle en la ba¬ rriga un boquete como la Puerta de la Caleta. (Con voz cavernosa y temblando de miedo). Mi sargento.... me destornillo de ri¬ sa. ¿Y cómo se llama ese arma mía? Dijo que se llamaba.... ¡Pedro el Je¬ rezano! Señor Curro.... ¿será posible? Se ha quedado usted pensativo.... Porque me da coraje de no haber es- tao aquí; porque si yo estoy aquí y llega el Jerezano, cojo la pistola, me salgo en medio de la carretera.... y tiro, tiro.... (aparte .) Grapa Cáizá avi¬ sar á la Guardia civil que venga. Niño, abre, saca unos bancos y.... Trae esas seis cañas que ha pagado mi futuro enterrador. (Sale Chicuco con unos bancos). Y agua pa el susto. ¿Susto? Niño, cuando vuelva ese gua¬ po, le dices: «Don Curro Bigotes se bebió las cañas y dijo, que el día que lo veasté aquí va á retorcerle el ga¬ ñote como á una gallina. (Agarrándose asustado al cuello). ¡Ah! ¿Te has enterado bien? Ya sabe usted que tengo buena me¬ moria. — 20 - Curro. Chicuco. Curro. Chicuco. Curro. Chicuco. Curro. Chicuco. Curro. Chicuco. Curro. Sargento. Curro. Sargento. Curro. Sargento. Curro. Vamos áver, ¿qué te ha dicho? Que cuando llegue ese mal hombre.... Eso. Le diga, dice.... Eso. Le diga.... ya no me acuerdo loque le tengo que decir... Eres más torpe que un galápago. ¡Ah, sí! Ya cal. Le digo «El gañote del Sr. Curro», dice... ¡Niño!... El gallina del señor Curro, dice.... Vete ó te inutilizo. ¡No puede hablar del miedo que tiene. (Vase Chicuco al ven¬ torrillo, y á poco vuelve con cañas, que se lle¬ va una vez vacías). Usted también está nervioso.... La ira, mi sargento; sabido es en Cáiz y los Puertos que Curro Bigotes pa bebé, etc., pa reñir con los hom¬ bres y pa darles coba á las mujeres. Y es quepa los hombres me traigo yo una cosa, y para las chavosilias otra. Para los hombres.... un cora¬ zón más grande que el castillo de To¬ rre-Gorda. ¿No le cabrá á usted en el pecho? Lo tengo en mi casa, en una tinaja, por faita de sitio para llevarlo, en¬ cima. Y para las mujeres _ Este tesoro que llevo debajo de la na¬ riz; por eso soy llamado Curro Bigo¬ tes; y en el barrio de la Vina tengo las mujeres asín (accionando con lasraa- Sargento. Curro. nos.) Eso se dice ahora. ó' siempre: ¿conoció usted.hace quin¬ ce años á la mujé de Cayetano el Me- - 21 — Sargento. La mejor moza de Cádiz. Se la pega¬ ba al marido con Cristóbal el Calese¬ ro, y conmigo también hubo sus más y sus menos. Curro. Sería después que yola dejé, porque la cogí un día con Manolo el de Puer¬ to Real. Sargento. Sonao era el nombre de aquella her¬ mosa gachí. Se llamaba.... Curro. María Ventura, no se me ha orvi- dao, aunque no la he vuelto á ver. Pué la primera que fascinó esta pie¬ dra de imán que llevo debajo de las narices. Después tomé fama, y tóa la que ha valió argo, ha sío pa mí. Sargento. ¿Toas, soñor Curro? Curro. Toas en arsoluto. Sargento. ¿Y Rosario la Salinera, también? Curro. Esa no; esa es pa mí lo que pa tos; Nuestra Señora del Carmen.... Sargento. Y la más honrada y la más buena. Con su chiquillo y vendiendo sal vive, y su casa parece una concha blanca escondía en la playa. Curro. Es la única que no le jace eferto mi bigote. Sargento. Y no se ha podido saber quién fué el mal alma que la hizo desgraciada; quién la hizo dar el resbalón.... Curro. ¿Resbalón? Una caía de latiguillo fué; yo me creo que Rosario.... Sargento. Mírela usté poi donde viene. Señalan¬ do á la derecha por donde viene Rosario, tra- • yendo una espuerta vacía). - 22 Curro. Rosario. Sargento. Rosario. Curro. Rosario. Curro. Sargento. Rosario. Curro. Sargento. ESCENA VIII SARGENTO, CURRO y ROSARIO Bendiga Dios, la mejor moza de Cáiz. Pareces hermana mía. Gracias, señor Curro. Dios le guarde, sargento. ¿Dónde se va? ¿k la salina? A comprar la sal, que mañana tengo que vender en la Isla. ¡Comprar sal, tú, si con la que derra¬ mas había pá ponerse rico! Gracias. Esa es la que tenemos yo y tú. (Aparte) Voy á ver si la camelo con el bigote. (Retorciéndose cómicamente el bigote.) Pero no te da miedo, ir por esas pla¬ yas sola y junto al mar embraveció?... ¡Miedo del mar!... Cuantas noches he cruzao su orilla con la luz de la luna por compañera y el ruido del oleaje, que es para mí la voz del úni¬ co amigo! Cuantas veces sus espumas han salpicao mis labios, y no las he encontrao tan amargas como algu¬ nas acciones de les hombres.... Hablas mejón que el prior de la Ca¬ tedral de Cádiz. ¿Que te parece Rosa- rillo este bigote? (aparte) No le produ¬ ce impresión. Pos luego cuando yo pase por el lao de tu casa, vigilando la playa; entra¬ ré como de costumbre á darle un be- sillo al chaval, que ya sabes cuánto me quiere. - 23 — Curro. Rosario. Curro. Rosario. Curro. Sargento. Curro. Sargento. Curro. Sargento. Curro. (Con mala intención) Y á Un ratito d6 conversación, que eso distrae las pe¬ nas. (Ofendida) Señó Curro..., qué quiere usté deci con eso. Un beso pa el chi¬ quillo es buena voluntad, que se agra¬ dece siempre, pues aunque muchos le doy, más son los que el probe necesi¬ ta, lo demás nos sobra tó. Nunca te habíamos oido hablar de esa conformidad, me vas conmo¬ viendo. Porque á nadie le interesa la historia de mis negras fatigas. Olvidao está tó, ilusiones y cariño y en mi alma ya no hay más que un rencor muy grande y borrao pa siempre un nom¬ bre que decía’. «Pedro el Jerezano,», (asombro). Conque, sargento, buenas tardes; Señó Curro, hasta otra vista, estos maldecios recuerdos no han podio entristecerme... ja... ja... ja... (Váse por la derecha riéndose.) ESCENA IX DICHOS menos ROSARIO ¿Ha oido usté, mi sargento? De oir á Rosarillo, gusto me estaba dando. Qué bien habla, sargento, me la comía. Y qué corazón y qué sentimiento y qué cara. Me la comía. ¡Y engañarla un perdió! Hay hom¬ bres que merecían una ración de paja y cebada! (Mirando por donde se fué Rosario). Me la — 24 — Sargento. Curro. Sargento. Curro. * ií: ff j * Sargento. Curro. Sargento. Curro. comía; mire usté que *esa arción de ceducirla y abandonarla con un hijo... Si en vez de hacer eso con ella lo lle¬ ga á hacer conmigo. Ese Pedro el Jerezano le ha ganado á usted el cartel. El día que lo coja... El día que usté lo coja, no sé lo que hará; pero por mi parte aseguro que á esa pobre mujer sola y desvalía, no ha de faltarle una mano vengadora. Vaya hasta mañana. Voyá continuar mi servicio. (Al ver que el Sargento se dispone á marchar.) Yo no lo dejo irse solo, mi sargento. ¡Toa la madrugá por esa playa, no... no... no... no... Llevo muchos años así. (temblando). Y con lo escura que se va poniendo la carretera... no., no., no.. Señó Curro, buenas noches y ojo con tropesarse con el Jerezano, (vásepor la izquierda). ESCENA X CURRO y á poco PABLO (Temblando de miedo). ¿Que ha dícllO ese hombre? ¡¡El Jerezano!! Válgame nuestro Padre Jesús de la Colum¬ na... y lo malo es que llevo en el cinto el dinero de la venta del barco de sal y va á tener muy poca sal, que cualquier pillo de playa se lo lle¬ ve (Casi sin poder hablar). ¡Animo!... Bi¬ gote... por algo... erees... el guapo más nombrao del barrio de Santa María. El cuchillo. (Buseáudose por los V — 25 — . Pablo. Curro. Pablo. Curro. Pablo. Curro. Pablo. Curro. Pablo. Curro. Pablo. bolsillos). A que se me ha perdió el cu¬ chillo. (sacando una enorme faca). No, aquí está... ¡así empalmao! la manta asi¬ na (poniéndose delante una manta que llevará) y pa Cai. Haber ahora si alguien me tose. (Dirigiéndose hacia la derecha, dando Saltos como si pelease á navajazos con alguien. Por la izquierda aparece Pablo con el mismo traje del prólogo y mirando á todos lados como para orientarse). La Cortaura: Por aquí vive ella; eso me dijo aquel compañero que al llegá á Cuatro Torres me lo contó tó. (Que al volverse ve á Pablo.) Un bulto. ÁV8 María Purísima. (Temblando). (Pensativo sin ver á Curro.) Y y O sin jerra- mientas; con este traje que me va descubriendo..! (reparando en Curro.) Un hombre ¡Ah! Qué mala idea (dirigiéndose á Curro.) ¿Quién va allá? (Con gran pánico.) Santo Dios, Santo í uer te (De pronto y gritando exaj eradamente) ¡Un gachó que no conoce el miedo! ¿Y quién es usté? Un hombre que no le importa jugarse la vía. (Aparte y temblando.) Con DÍOS me acues- to, con Dios me levanto. (Gritando como antes.) Pues... que tenga usted muy buenas noches. (Deteniéndole.) Antes de irse, dos pala¬ bras, si puede ser. (Aparte.) Ahora, ahora es cuando me deja sin dos reales. ¿Conoce usted estos sitios? (Ahuecando la voz.) Sí... ¿Por dónde se va á casa de Rosario la Salinera? ¡desús, pregunta por Rosarillo! Este 4 Curro. Pablo. Curro. Pablo. Curro. Pablo. Curro. Pablo. Curro. Pablo. Curro. Pablo. Curro. Pablo. Curro. Pablo. Curro. Pablo. Curro. Pablo. es Pedro el Jerezano! Me hace carne de membrillo. ¿Contesta usted ó no? (Señalando á la derecha). Por allí Se Va á la casa donde Rosario vive con su niño. ¡El niño! ¡<=ra cierto! (á Curro) Gra¬ cias y dispense si voy á cometer una mala acción. ¿Qué lleva usté encima? ¡Ay, Dios mió de mi arma. Encima lle¬ vo argón dinero (aparte) y una aplo- pegía cerebral. Jerramientas son las que yo necesito. Este cuchillo tengo que en su vía le ha Jecho daño á. nadie. V 011 ga. (Arrebatándole el cuchillo). Y este cinto con dinero que deseo disfrute usté con la mar de saló. Dinero no es lo que yo busco. Es usté el ladrón de más vergüenza que conozco, Señor Don Perico. Y así Dios me peitlone ’a mala partía que ahora voy á ejecutar. Quítese usté la chaqueta. Pero es que.. ("Temblando). Venga la chaqueta y la faja ó busca su perdición. (Entregándola chaqueta y la faja). Vaya. (Aparte). ¿Qué irá á jacé este hombre conmigo? Quítese usted ahora . los pantalones. Eso sí que no. Vengan los pantalones ó lo atra¬ vieso... (Casi llorando). Válgame la mar salá, y me voy á desnuá en medio de la ca¬ rretera expuesto á un constipado pulmonar. (En tono amenazador.) Detrás de aquella # - 27 - sal, no le verá nadie (avergonzado) y usté disimule si la necesidad me obli¬ ga á esta negra arsión. Curro. Es usté mu fino, pero yo no veo la necesidad de dejar á un hombre de bien en carzoncillos. Pablo (Enfurecido) . Vamos pronto ó por la glo¬ ria de mi mare que acabamos mal; (Curro, asustado, se oculta tras el montón de sal) Así podré quitarme esta ropa del presidio que me está vendiendo. Asin no seré conocío de nadie. Curro. Yaya, compare, esa prenda y trátela con cariño, que era un recuerdo de familia (Estornudando ruidosamente). ¡acliis!... PABLO. (Recogiendo los pantalones que Curro le arro¬ ja). ¡Rosario! ¡Tengo un cuchillo! ¡tengo ropa! que mi buena suerte me ponga delante de aquel mardesío... y entonces (pie Dios le ayude, entonces que Dios le ampare. (Váse por la derecha). ES 'EN A XI CURRO y á poco JEREZANO CURRO. (Sale con la manta colocada por el cuello, que ha metido por la - abertura que dicha manta tendrá en el centro). \ que Di os nos am¬ pare á tóos, porque yo... ¡Achits!... creo que he cojió una pormonía. ¿Y yo cómo me aparezco con este unifor¬ me en la Plaza de San Juan de Dios? ¿No te da vergüenza, Cur ro? ¿Qué á un guapo de mi valer le ocurra esto... eso no puede ser; lo que han jecho conmigo tengo agallas pa jacerio yo: al primero que pase, lo desnúo, rea- - 28 — nos no me faltan: ahí viene un hom¬ bre ¡duro y á él! ( ©cuitándose tras el montón de sal). Jerezano. (Por la izquierda muy pensativo). Imposible volver á Caiz sin que yo encuentre á esa mujer. Curro. ¡Alto! ¿Quién va? Jerezano. U i hombre poco acostumbrao á que lo detengan. Curro. Ese hombre qué oficio tiene. Jerezano. Comerciante en telas. El que pregun¬ ta es carabinero por casualiá?... Curro. Comerciante también. Jerezano. ¿En qué? Curro. En cuero. ¡Achits! Jerezano. ¿Y que se le ofrece ahí escondió? Curro. Necesito una chaqueta, una faja y unos carzones. Jerezano. Y usté me ha tomao á mi po er sas¬ tre? Pues pa que sepa quién soy, en el bolsillo llevo una cédula personal que dice «Viva mi dueño». Curro. Yo traigo otra que dice «Si esta ví- vora te pica, no hayarás el remedio en la botica». ¡Achits! Jerezano. Pues aquí enmedio es como quiero yo saber cómo se llama. Curro. (Saliendo) Servidor de usté. JEREZANO. (Lleno de extrañeza y aparte). ¿Qué traje es ese? ¿Será algún guillao este hombre? Curro. Pues yo soy... (Aparte). Tengo que decirle una mentira mu gorda pa que se asuste. (Aéi). Yo soy... ¡¡Pedro el Jerezano!! Jerezano. ¿Cómo ha dicho usté? Curro. Pedro el Jerezano, mardita sea la mar salá. Jerezano. (Tocándose todo el cuerpo). Es algún loco ó algún borracho: voy á quitarle la - 29 - tajá (¿curro). Pues pa ese guapo tan nombrao, es la navaja poco, y aquí me traigo esta pistolilla (sacando una pis¬ tola enorme). Venga esa manta q\e me está haciendo mucha falta pá ar- ~ . gofífas. Curro. ¿No le da á usté lo mismo la camise¬ ta? porque si me quito la manta me voy á quedá en el traje que usaba el señor de Adán para ir á la proseción del Corpus. Jerezano. (Zamarreándolo). Por tomar el nombr§ de personas juncales, ha llegao tu úrtima hora, charrán. Reza lo que sepas y ve pensando tu última vo¬ luntad. < Curro. No apunte usté que el Diablo las car¬ ga. Jerezano. Que hagas testamento digo. Curro. Tó lo que tengo pa los pobres. Jerezano. ¡Aprisa! Curro. Y que no me entierren junto á donde está mi suegra, que nos vamos á pe¬ lea. Jerezano. Ahora... al agua! Curro. Pero es que... Jerezano. Al agua... ó te jago cisco. Curro. ¡Socorro! ¡Carabineros! (jerezano avan¬ za apuntando á Curro y éste retrocede hacia el foro derecha por donde se supone que cae al agua.) - 30 — ESCENA XII JEREZANO, OHICUCO que ha salido del ventorrillo y lan¬ zando un grito, desaparece á todo correr por la derecha . ROSARIO llega por la izquierda con una espuerta de sal, en la cabeza. Rosario. Jerezano. ¿Qué sucede? ¡Dios mío! ¡El aquí! Pe¬ dro! ¡Rosario! por fin he vuelto á verte! 91tf«lea Jerezano. Después de cuatro años que no te he vuelto á ver, delante de tus ojos, me tiene otra vez. Rosario. ¿Qué quieres, maldecio, ¿qué vienes á buscar; si el no verte ni hablarte me ha dao olvio y paz. Jerezano. Escucha al que un día tuslabios besó y dijo á tu vera la dulce primera palabra de amor. No te olvíes, que soy aquel hombre que esperaste con loca ansiedad para darle su amor y su via al lao de las olas, jirvientes del mar. No te olvie, que fui tu alegría, la esperanza que el alma soñó y las ondas del mar en la playa bordaron de espuma, tus sueños de amor. Rosario. No me olvío, que fuiste aquel hombre que en el fondo del alma llevé — 31 - y mi amor, que ese mar escuchaba, como él fué muy grande y amargo como él No me olvío, que fuiste el infame que con negras traiciones pagó; que malvao, cobarde y maldito huyó destrozando mis sueños de amor. Jerezano. Rosario . Jerezano. Rosarío. Jerezano. Rosario. Escucha, Rosario, déjame habla. Tan solo mirarte vergüenza me da. Perdóname y escucha, que aquello ya pasó y puede que yo venga á ser tu salvación. Tú á querer me enseñaste, me enseñastes á olvidar; pero no me has enseñao, jitano, á perdonar, y tanto te aborrezco, que si el quererte fuera mi eterna salvación, el infierno prefiero, maldito, antes que mi alma te diera el perdón. Oyéndote, Rosario, no me pareces tú aquella que decía, bebiendo en mis ojos la vida ó la luz: ' Son tu cariño y el mió como dos gotas de agua, se juntan en una sola y ya nadie las separa. Pues soy aquella misma que aún ciega y loca está, ayer para quererte, pero hoy pa decirte tu acción criminal. En las playitas de Cai hay junto á la mar un charco, - 32 — son lágrimas de mis ojos que sus peni lias lloraron. Jamás he deescucharte. Jerezano. Tus pasos seguiré y si ahora te suplico, luego no sé qué haré. Rosario. Dios te ayude. Jerezano. Iré tras tí; escucha.... Rosario. Tú por allí, ¡por allí! Jerezano. ¡Yo volveré! (Váse). Rosario. ¡Por allí, Pedro! ¡Se fué! ¡Yo sola!... ¡Me teme!. ,.¡ Así! Hablado Rosario. Dios te ayude. (Con desprecio). Jerezano. Iré tras tí. Rosario. No, Pedro, tú por allí. ¡¡Yo sola ó por un divé te juro..! JEREZANO. Te buscaré. (Marchase por la derecha). ROSARIO. (Llena de alegría al verlo marcharse). ¡¡Se marcha!! yo, sola. ¡¡Así!! (Váse por la Iz¬ quierda). Hntaclón s Interior de la casa de Rosario, á la derecha puerta de entrada, á la izquierda puerta que da á otra habitación: al foro ventana practicable, cen ada; debajo de ella una mesa y en ésta, un velón encendido. Muebles pocos y muy po¬ bres. ESCENA PRIMERA ROSARIO que sale de la izquierda y á poco SARGENTO. Llaman á la puerta. Rosario. Sargento. Rosario. Sargento. Rosario. Sargento. Rosario. Sargento. Rosara. Sargento. Rosario. ¿Llaman á la puerta? Sí: ¿Será el infame? Rosarm. Soy yo, el Sargento. Entre usté. ¿Y Manolillo? (Sentándose). Acostao. Pues pasaba de servicio y me dije, entraré un rato á besar al chavalillo y á ver si se ofrece algo. Sargento, se le agraese y Dios asin le dé el pago. Pero un favo via pedirle mu grande. Lo haré volando que si algo necesitas es pa tí lo que yo gano. Es... que no venga usté más. (Sorprendido). ¿Qué dices? Así tan claro.. No tengo yo más idioma, ■ que er corazón en la mano; usté siempre pa mí ha sío 5 r Sargento. Rosario. Sargento. Rosario. — 34 — una sombra y un amparo y los besos que dió al niño aquí los llevo grabaos: (el corazón.) esa puerta abierta estuvo y nunca pensó en ná malo usté; pero Señó Curro me soltó esta tarde algo que llegó á mi alma como un puñal pa hacerme daño. ¡No venga usté más, Sargento! es usté bueno y honrao y como á un compañerito, como si fuese un hermano, le diré lo que me pasa, mis fatigas, esperando que mi¿ palabrillas tengan sepultura en esos labi s. Al volver de la salina, con el hombre me he encontrao que fué mi querer, mi gl ria, mi perdisión y mi llanto. ¿Que te encontrastes cm Pedro? Sí: con Pedro el Jerezano, el que me engañó en Tarifa va ya pa los cinco años; el que era holgazán y probe y roto y esgalichao y hoy lo he visto con tumbagas y planta de rico y guapo. ¿Le quieres? ¡Yo! Si está vivo su hijo es quien le ha salvao, pero no ahora, hace tiempo. Cuando lloraba mi engaño allá eri Tarifa, una noche sentí en mi reja sus pasos. Yo á la ve~a de la cuna de mi niño ahandonao, junto álos benditos jierros — 36 - Sargento. Rosario. le oí que decía: «Rosario». Ante mis ojos.ví un humo mu negro y mu colhrao y abrí la escura ventana con la sonrisa en los labios y en las manos escondía una faca de mi hermano. ¿Tienes un hermano? Sí; Pedro me dijo temblando: «Dios te guarde, buena moza». «Dios guarde al mozo gitano», le respondí, con los ojos abrasaitos de llanto. «Niña», dijo «un corazón se perdió y aquí lo traigo». Y yo con la faca asina empalmá, como buscando aquel corazón maldito pa jacérselo peazos, le dije: ¿Dónde lo traes? abre la capa pa dármelo. Se acercó pa darme un beso, yo me acerqué ¡pa matarlo!... y entonces sentí un ruío ¡era mi niño llorando! y yo cerré la ventana, tiré aquél jierro afilao, v llegué corriendo á la cuna, cojí á Manolillo en brazo y vi, que ya no lloraba; vi que reía en sus labios, como queriendo decirme con los ojos asustaos: «Mare, perdona á mi pare, que aunque pa mi fué mu malo como una vida le debo me. pesa deberle algo y quiero que le devuelvas esta vía que me ha dao». — 36 — Sargento. Rosario. Sargento. Rosario. Sargento. ¿Y ese hermano que tú dices?... Preso está mi pobre hermano y al irse, su amigo Pedro prometióle infame y falso velar por la viejecilla y ser de su hermana amparo. Ya he visto el modo que tuvo de cumplir con el encargo. Mi mare murió de pena y yo huí como un malvao cuando era mi delito el haber querío tanto. Con lo que has dicho, chiquilla, de todo ya estoy al cabo y sé que no te convienen mis visitas... y me largo, mas antes de que me vaya escúchame bien, Rosario. /Quién sabe, si yo he tenío ilusiones, si he soñao! mas al venir á esta casa supe al corazón domarlo v siempre, solo te he dicho «¿Le falta á tu niño algo?» ¿Y sabes por qué? pues oye. Porque me veo retratao, que yo no tuve de un padre los besos y los halagos: mi madre sufrió tu pena y á mi madre te comparo, porque tu historia es su historia, tus trabajos, sus trabajas, tu soledad, cual la suya, tu llanto, como su llanto, y un pedazo de pan tengo y á ese niño abandonao en memoria de mi madre quise darle ese pedazo. Ya sabes por qué venia 37 — el Sargento y ya me marcho. Por mí no andarás en bocas de nadie. (Se levanta y abre la puerta). Venga esa mano. Rosario. Sargento, la mano no; para usté tengo mis brazos; venga usté siempre que quiera. Siempre... ¡su hermana es Rosario! (Se abrazan). Sargento. Y si tu hermano está preso... aquí tienes á otro hermano. (Váse el Sargento y Eosario ciérrala puerta). • i ESCENA II Música Rosario. Todas las noches, llorando, á Dios la muerte le pido, cuando Dios no me la manda no me la habré merecido. Fuerzas tengo todavía, aunque es muy grande mi pena. Fuerzas tengo porque llevo sangre andaluza en mis venas. Duerme, niño, tranquilo tu sueño, tu madre te guarda cantándote así. Duerme, niño, y no temas nada que estoy á tu lado velando por ti, que si alguien te ofende mi sangre andaluza por tí yo daré. Nada temas que estoy á tu lado y ni el mismo aire te habrá de ofender; por tí yo velo llorando y á Dios la muerte le pido, - 38 — cuando Dios no me la manda, no me la habré merecido. (Al acabar el número Rosario se acerca á la puerta de la de¬ recha y dice sigilosamente). Hablado Rosario. ¡Dormío, sigue dormío y quizás feliz soñando! ¡Quién pudiera de esos sueños no haber nunca despertao! ESCENA III - / ROSARIO y JEREZANO Rosario, (ai oir que llaman á la puerta). ¿Llamaron? ¿Quién habrá sio? Jerezano. Abre la puerta, Rosario, porque hablar es necesario. Rosario. Pedro es quien llama. ¡Dios mío! ¿Pedro? Jerezano. (Fuera). Que por fin te encuentra. Rosario. Yéte que oirte no puedo. Jerezano. Acabemos. ¿Te da miedo? Rosario ¡Miedo de un cobarde! ¡entra! (Rosario abre la puerta y entra Jerezano que se sienta en una silla, tranquilamente). ¿Qué quieres? Jerezano. Algo quizá bueno pa tí y pa ese niño. Rosario. No le nombres, tu cariño no le hace falta pa ná. Jerezano. Como moro de paz vengo. Rosario. Ya lo he considerao, y tú no habrás olvidao que yo pa mi hijo tengo un corazón pa querer, y manos pa trabajá, que también sirven pa ahogá al que lo intente ofendé. Acaba y que Dios me asista. 39 Jerezano. Rosario. Jerezano. Rosario. Jerezano. Rosario. Jerezano. Rosario. Jerezano. Rosario. Oye lo que á hablarte voy: Yo era pro be, pero hoy soy rico contrabandista. De Gibraltar, largó antié un barco mío las velas cargao con unas telas que valen mucho parné. ¿Y eso qué me importa á mi? Que pasa, que el sitio fijo en que ha de hacerse el alijo me avisan que es frente aquí. Es un negocio en que hay lú y al saber que mi partía necesita esta guaría supe que la vives tú, y te tuve que busca, pues de aquí sin más remedio vas á quitarte de enmedio porque puedes estorbá. ¿Quién lo manda? Yo que quiero. Mas como tengo decencia y corazón y concencia, toma. (Poniendo un bolso de dinero en la mesa). ¿Qué? (Sorprendida). Mucho dinero Por mí vives desgraciá. Tu nombre Pedro maldigo. Tengo una deuda contigo tu deshonra está pagá. ¿Deshonra dijiste? ¡¡rio!! solo el pensarlo me ofende, deshonra es la que se vende, no la que su vida dió. Nunca yo así te juzgara ni con tan malas ideas: r coje, infame, esas moneas ó te las tiro á la cara. - 40 Yéte y nunca de Manuel te acuerdes. Jerezano. Esto es sencillo, yo me llevaré al chiquillo y tú te vendrás tras él. Rosario. ¡El niño! ¡minino! ¡no! ¿Dejar yo que te lo lleves? (Saca de la mesa un cuchillo y con él en la ma¬ no, se coloca ante la puerta de la derecha). Entra por él si te atreves que en esa puerta estoy yo. JEREZANO. (Levantándose tranquilamente). Tanta bravata es en vano. (Coje á Rosario por una muñeca y sacudiéndo¬ la fuertemente la obliga á soltar el cuchillo que cae al suelo). ROSARIO. (Llorando con desaliento). ¡Virgen del Rosario! ¡Ay, ruare! no tengo ya quien me ampare. ESCENA IV DICHOS y PABLO que aparece abriendo violentamente la ventana del foro. Viste el traje que Curro Bigote le dió en el cuadro anterior. Pablo. ¡Tu hermano! ¡aquí está tu hermano! Rosario. ¡Pablo! Jerezano. ¡Pablo! Pablo. ¡Pablo, sí! que del presidio escapao porque algo me habían contao, todo escondió lo oí. Porque uno allí refirió que la que yo más quería la hizo un hombre una perdía y que mi mare murió avergonzada. ¡Jesú! Rosario. — 41 Pablo. Jebezano. Pablo. Jerezano. Rosario. Pablo. Jerezano. Pablo. Jerezano. Pablo. Rosario. Y yo veDgo pa el castigo del que nunca, mal amigo, me pensé que fueras tú. Me vienes á asesina. (Al ver el cuchillo que Pablo trae en ls mano). No soy como tú villano ladrón, que dabas la mano al que ibas á robá. Reñiremos frente á frente. Nunca rehusé la quimera. ¡Aquí! ¡No! ¡Salte pa fuera! á probar que eres valiente. Pues no dejarlo pa luego, pero hay que ser leales: las armas no son iguales: yo traigo un arma de fuego. (Sacando la pistola del cuadro anterior). No te apures, qué Diablo. (Entregando al Jerezano el cuchillo de Rosario que estará en el suelo). Yo mismo el arma te doy. Andando. (Toma el cuchillo). Pa fuera voy. (Sale Pablo y Jerezano detrás de él.) ¡Pablo! ¡Pablo! (Se oye fuera un tiro). ¡Pablo! ¡Pablol (Al oir la detonación sale desesperada). mutación 6 0"U" A ¡DEBO TERCERO Interior de un gran ventorrillo en Puerta de Tierra. La entra¬ da está al foro; á la derecha algunas mesas bajo los árbo¬ les, que están iluminados con luces de colores. A la iz¬ quierda, en primer término, puerta con un gran letrero encima que dice: “Cocina" y varios camarotes, cuyas puertas no llegan al suelo, y cuyos tabiques de separa¬ ción han de tener poca altura. Es de noche. ESCENA PRIMERA CHICUCO, GUSARAPO á poco, luego PESCAILLA y CO¬ QUINA ClIICUCO. (Muy aturdido y sin saber dónde acudir). ¡Gra¬ cias á Dios que estoy aquí! En aquel ventorrillo de la Cortaurano entra¬ ba más que mu mala gente, pero és¬ te ya es otra cosa. Corno que me han dicho que aquí vienen tos los preso- najes de lo mejón de Cáiz y la gente de más lujo y mejón vestía. (Guzarapo, Pescailla y Coquina, se sientan en el primer camarote y tocan las palmas). CHICUCO. ¡Voy! (Sorprendido al ver la mala facha de los personajes) Estos no parecen seño¬ ritos. Como no vengan difrazaos. Gusarapo. (Dándose tono). ¿Quién despacha? Chicuco. (Pensativo). A ese que pide, creo ha¬ berle comprao yo, más de una vez, los boquerones y las caballas. Pescailla. Trae bebía. Coquina. La cara de estos, es de que no me Van á pagar. (Entra en la cocina). - 43 - Pescailla. Pero oye. Gusarapo.. Coquina. Este festín á qué obedece? Pescailla. Has heredao de la California? GUSARAPO. (Sacando un duro, que se pone en un ojo). ¿Sabéis ,chavosillos, esto qué es? Pescailla. Otro ojo de güey. Coquina. Lo habrás afanao. Gusarapo. Me lo ha dao mi pairino D. Pedro el Jerezano, como anticipo de un trabajo, qué vamos a jacerle entre tos y pa eso os traigo. Aquí va á ve¬ nir engañao un guapo; borracho lo dejé, ese que e llaman Curro Bigotes al que le he hecho creer que lo cita una gachona enamora de lo que él se trae debajo de la nariz y que parece Una cornamenta. (Chicuco deja sobre la mesa una botella devino y vase)- Pescailh. ¿Y qué hay qué jacé? Gusarapo. Procura que se emborrache más y cuando esté barlú se le corta el bigote. Y esa operación tiene que está hecha cuando llegue el Jerezano, que ya sa¬ ben ustedes que da aquí la gran juerga á toda la gente de su partía. (Tocando las palmas) ¡Niño! ESCENA II GUSARAPO y CURRO BIGOTE borracho por el foro Curro. Este es el lugar de la cita (Reparando en Guzarapo) y el está ahí. Gusarapo. (Aparte). Lavirtima. CURRO. (Misteriosamente á Gusarapo). ¿Niño, la viste? Gusarapo. La vide y me dijo, que pa acá viene, que aspere usté en ese camarote. CURRO. (Acariciándose el bigote). Pero esa gachí, - 44 - cómo seha prendaode mí sin cono¬ cerme? Gusarapo. La fama y lo mentao que son los bi¬ gotes de usté. Curro. Como que lian hecho más virtimas, que los puros ríe tres céntimos. Gusarapo. A ella le han dicho, que cuando usté va de visita, no pone el sombrero en la percha. Se lo cuelga en el bigote. Curro. Y es la chipén. Gusarapo. Pues Dios le conserve esa prenda y las estenacillas con que se lo re- tuerse. Curro. Hoy me los he risao con un teneor de prata ¿Es mu guapa? Gusarapo. ¡Josú! En aquellos ojos puede usté encedé el cigarro. Curro. Pues como esta combinación me sal¬ ga de chipén, seré rumboso contigo y te regalaré cinco moneas de á dos cuartos. Gusarapo. Sí, señó'. Y deseguia me las gasto en poné una joyería, pa quitarme de la calle. Curro. Y que vengo vestío de gala, estre¬ nando ropa nueva. Gusarapo. Haber si su merced se¿i cuerda de mí, pa regalarme un trajesillo viejo, cuando tenga que comprarse ropa otra vez. Curro. ¡Hombre, mira qué lastima! si me lo hubieras dicho anoche, le regalé á un pobrecito, uno ; cabao de estrená. Yo tengo un buen corazón. Gusarapo Pues que Dios se lo aumente, y me voy, que ella estará al llegá. Que no falte bebía, que es lo que á ella le gusta. Curro. Cincuenta cañas me voy á beber aho¬ ra mismo. — 45 — Güsvrapo. Cuero. Curro. ( Sargento. Curro. Sargento. Curro. Sargento. Curro. Sargento. Curro. Sargento. En ese camarote espero las órdenes de Usted. (Aparte enseñando unas enormes tijeras). Te vi á dejar la cara que vas á parecer el sacristán de las Des¬ calzas. ESCENA íll CURRO y el SARGENTO (Sentándose en el primer camarote donde an- tes estuvo Guzarapo). ¡Que cosas tan gran¬ des se ven en la vía!; pero hay que considerá que es mucha gracia la que yo me traigo y mucho atractivo el de este arteíactO. (Acariciándose el bigote.) (Sargento aparece en el foro hablando con dos carabineros, quienes vánse á poco). Siento pasos que se dirijen hacia mí, seguramente es ella. Deseando estoy de ver esa carita de rosa. Ya está aquí. (Tocándole en el hombro). DÍOS le guarde, amigo. (Contrariado). El Sargento, á ver si me desbarata la cacería. ¿Usté aquí, señó Curro? Aquí estoy, mi Sargento esperando una cosa, mu reservá. Una mujé. Pues yo vengo á otra cosa mejó. (Sacando unos cordeles). ¿Ve Usté estos cordeles? ¿Pa qué cree usté que los traigo? Va usté á tendé ropa?... Voy á prendé al Jerezano y á llevár¬ melo amarrao pa la Carraca, trincao como un criminal. (Con recelo). ¿Y ese perdió dónde está? Aquí va á venir con la gachí que le - 46 - habla y la mare de ella, una vieja ri¬ ca que le llaman la Grulla por mal nombre. Curro. (Temblando). ¿Que va á venir aquí el Jerezano? Sargento. Cita tiene pa una juerga á toa su gente: el soplo lia llegao hasta mí. (Gusarapo asoma la cabeza por el tabique de división del camarote y así continúa oyendo la conversación.) Curro. (Aparte). Y no podía esa gachí haber¬ me ciiao en otra parte. Sargento. Prepara tengo mi gente y va usté á oir una de tiros,.. Curro. Me parece que no. Sargento. Le digo á usté que sí. Curro. Le digo á usté que no, mi Sargento. (Levantándose). Sargento. No extrañe usté que me vaya de es¬ te sitio tan visible. Én la cocina, ten¬ go el escondite preparan. Y no en¬ cargo á usté ná. Lo que hemos ha- blao que no lo sepa más que usté, yo y Dios que está en el cielo. Curro. (Con tono trájico). Vaya descuidao, que esto que habernos jablao aquí, no lo sabe más que usté, yo, y el que nos está oyendo desde arriba. (Gusarapo ha¬ ce con la cabeza, señal afirmativa. El sargento entra en la cocina). Me están dando unas ganas de dir- me... ¡y llega gente! en este camarote estaré mejor. ¡Niño! trae cincuenta Canas. (Entra en el camarote, donde está Gu¬ sarapo.) ESCENA VI JEREZANO, CONCHA, MARIA VENTURA, PRIMOROSA, Coro general; á su tiempo CHICUCO, después GUSARAPO Música Aparece el Coro y á su tiempo JEREZANO dol brazo de CONCHA, tipo agitanado y lujóse: tras ellos MARIA VENTURA, vieja flamenca y dicharachera que trae un gran abanico; entre el Coro estará la PRIMOROSA. Aca¬ bada la música, quedan estos personajes sentados á la derecha de la escena. Coro. Jerezano. Coro. María V. Jerezano. Ya llegó el Jerezano, el mozo más barbián, el hombre más valiente, de rumbo v caliá. Ya llega con su Concha, la más juncá gachí, la jembra que camela con tóo su garlochí. Gracias, compañeros, v también las da «/ esta ñor de Mayo, Concha de la playa llenita de sal. Vívala Conchilla y viva su mare. ¡Su mare, aquí está! Yo soy el contrabandista que mete tanto ruío, que jamás mieo ha tenío ni hay guapo que lo resista; el de más rumbo y más vista, más corazón y altivez, el perseguío del juez, — 48 — que burla al carabinero, que á reñir entra el primero . pa irse el último dempué. % Coro. María V. Jerezano. Coro. Jerezano. Concha. Pedro el Jerezano soy, que nunca dijo mentiras; desde el Peñón á Algeciras donde hay peligros allí estoy; cuando pa Ronda me voy sobre mi poUo alazano, puesta en la faca la mano, escupo por el colmillo, que escrito está en mi cuchillo soy de Pedro el Jerezano. Que escrito en su cuchillo soy de Pedro el Jerezano. Vamos ya pa dentro. Pero antes de entrá, que traigan cien cañas que aquí me parece que no se está mal. Que baile Conchilla. También bailará, que si mueve su cuerpo mi niña saldrá las estrellas á verla bailar. Si tu quieres, gitano del arma, v>yes esas coplillas que gusto te dan. En el barrio de la viña cuando volví de mi barco, me dieron de puñaladas unos ojós gaditanos. En el barrio de la Viña me dieron de puñaladas y fueron los ojos negros de una morena gitana. 49 — Ojos color de azabache, ojos color de la pena, ojos que mueven puñales, que son,jitanilla,tus pestañas negras. Jierros son que tú me clavas, deja que bese esos jierros, esosjierros asesinos que tienes delante de tus ojos negros. (CONCHA baila sola ó con GUSARAPO según convenga.) Hablado • ChICUCO. (Que ha salido con la batea de cañas y la deja donde está Curro). No paro de la COCÍna almostraó ¡Cocinero, calamares! (Váse corriendo por la derecha). María Y. ¡Olp la gracia! Mientras más vieja, estoy más revortosa! Jerezano, (a Gusarapo). Supongo, chavalillo, que no habrá noveá. Gusarapo. Algo sucede. Por estos alreeores hay carabineros. (Todos hacen un movimiento de recelo). Jerezano. Compañeros, no asustarse (A Gusarapo). ¿Cuántos viste? Gusarapo. Un sargento y dos sordaos. Jerezano. Son mu pocos pá mí. María V. Además, mientras no nos algaraben con el género en las manos, nada nos pueden jacé. Gusarapo. Y si algo pasa, mi gente avisará: Cuando oigamos que gritan j ¡Alme¬ jas!! es que está la carga encima. CHICUCO. (Con una gran batea de cañas). El vino. (Apar. te). Ahora quieren allí pescadillas (Gri¬ tando en la puerta de la cocina) . ¡Pescadi- llas! (Váse corriendo por la derecha). Gusarapo. Y pa que vea usté si Gusarapo cum- 7 - 50 f pie su palabra, ahí va el bigote del se¬ ñó Curro, que ahí queda durmiendo la tajá de vino rebujao que le ha oca¬ sionado este gachó. (Señalándose y en¬ tregando un cartucho de papel como los de pescado) . Todos. (Riéndose). ja... ja... ja... Jerezano. Pues hay que llamar á ese guapo y ofrecerle una copa. Concha. Eso nadie lo hace mejor que tú, Pri¬ morosa. María V. Tú que eres la más zalamera de todas. (A Primorosa). Primorosv. (Levantándose . Pues al toro voy, sená Marta Ventura. (Primorosa se dirige al camarote, donde se supone que está Curro y di¬ ce como hablando con él). MOZO buetlOt ¿Puede usté hacerle á esta morena Un lavó? (Dirigiéndose á los que no están en escena) ¡ Josú quértajá tiene! ESCENA V DICHOS y CURRO, tras él salen PESCAILLA y COQUINA, qnienes hablan un momento con GUSARAPO, el cual les dice): Gusarapo. Ya sabéis la consirna: en cuanto gui¬ pen ustedes un carabinero se grita: ¡¡Almejas!! (Pescailla y Coquina vánse co- ‘ rriendo) . CURRO. (Que trae cortado el bigote, conservando algu¬ nos mechones y viene dando traspiés) . ¡Alto! ¿Quién vive? Salú á usía y á toa la compañía. . Primorosa ¿Merece esta boca ser escuchá por tan plan toso gachó? Curro. ¡Ay mare de mi arma, ella es! ¡Ay mare de mi arma, que tiene la cara de gloria in el cécil dedo. — 61 - (Se va á retorcer el bigote y queda asombrado). ¡Ay mare de mi arma! (Se registra por los bolsillos). Primorosa. ¡Qué le pasa! ¡Vaya por Dios! Curro. (Casi llorando). Que me lian robao lo que más estimo en este mundo: que se me ha perdió el bigote. (Saca el pañuelo y em¬ pieza á llorar) . Iodos. Ja... Ja... ja... ja... Chicuco. Mardito sea tanto trabajo: ahora quie¬ ren almejas: á ver si así despacha pronto la cocinera. (Llega á la puerta de la cocina y grita desaforadamente): ¡ Al meja8! ¡Almejas! (Al oir esto se promueve gran re- v.uelo entre los personajes. Curro aturdido tra¬ ta de huir dando con la cabeza en la pared del camarote y todos, cómicamente, se resguardan con mesas y sillas. Chicuco y Curro huyen des¬ pavoridos por la cocina) . ESCENA VI DICHOS menos CURRO y CHICUCO, á poco Pablo. Jerezano. Pablo. Jerezano. Pablo. Jerezano. Pablo. (Que no ha perdido la tranquilidad). Está bien, ¿Esta es la gente de que me veo rodeao y esos son los buenos mozos que la presumen de guapos? Sentarse y siga la juerga ¿Estamos todos? (Presentándose tranquilo). Estamos. (Aparentando no conocerlo) . Tú quién eres. Quien (altaba y ya está presente. (Aparte). ¡Pablo! El mismo que por fortuna - 52 — Concha. Jerezano. Pablo. María Y. Jerezano. Pablo. lia vuelto á encontrar tus pasos y delante de tu gente te escupe como á un marvao. ¿Quién es ese? Uno que anoche lo saqué desafiándolo pa la playa . Y en lo escuro quizá te tembló la mano, v y á traición soltáte un tiro pa sali luego pirando. ¿Quién^así se atreve á hablarte? (Con desprecio) . Un infeliz escapao de presidio. Sí, yo soy un infeliz presidiario que á Cuatro-Torres no ha ido por ladrón ni por villano. Tú conoces el delito que con la perpétua pago: me tocó servir al Rey fui marinero en un barco; un dia, el Contramaestre puso en mi cara la mano, y yo senti que me ahogaba de vergüenza un mar amargo... y callé. Pero otro día, el mismo gachó, cegao, mentó el nombre de mi mare añadiendo al nombre algo que yo sentí en mis entrañas cual cuchillo envenenao y me dije: «Si me ofenden perdono la ofensa y callo, pero al que ofenda á mi mare le jago el arma peazos.» Eso al superior lejise y con la cárcel lo pagó. Ahora dime si el que tuvo 53 — valor pa haberse jugao la libertad y la vía por honrar á un nombre santo, no la tendrá pa arrancarte ese corazón malvado si es que tú corazón tienes que ya hasta lo estoy dudando. Jerezano. Si no mirase . Ya veis... María Y. ¡Que va á perderte un guillao! Pablo. Ya lo sabes, yo soy ese de Cuatro-Torres fugado; yo soy al que deshonrastes: - yo soy ese presidiario. (El sargento sale sigilosamente de la cocina: oye las últimas palabras de Pablo y se dirige á él cautelosamente) . ESCENA VII .• - DICHOS y el SARGENTO, GUSARAPO, PESCAILLA y CO QUINA por el foro. ¡Almejas! (Gritan desaforadamente, nadie hace caso). ¡Almejas! JEREZANO. Al ver al sargento que agarra por la espalda á Pablo). ¿Qué? (Todos los personajes huyen por el foro, menos Pablo y el sargento) . ESCENA VIII SARGENTO y PABLO ¿Por qué huyes? Date preso; (Apunta con el fusil á Pablo). estás convicto y confeso, al fin, hombre, te pesqué Ahora á Cádiz sin tardanza. (Con sentimiento) . Pablo. Sargento. Pablo. Gusarapo, i Pescailla. Coquina. ) 54 — Preso me doy, sí señor, usté es mi superior yo respeto la ordenanza SARGENTO. (Saca los cordeles) . Pablo. ¿Me tiene usté que amarrá? Sargento. Mucho, muchacho, lo siento. Pablo. Pues que sea fuerte, sargento, porque me vuelvo á escapá. (El sargento empieza á amarrarlo) . Sujéteme bien ¡así! que quizás no me amarrara si en la vía le pasara lo que me ha pasao á mí. Sargento. Lo mandan y es necesario. Pablo. ¡Y bien trincao estoy ya! ¡Cuándo á vengarse vendrá, el hermano de Rosario! SARGENTO. (Sorprendido). ¿Tú eres el hermano? . Pablo. Yo: por ella me eché á la mar y me escapé, pa matar al pillo que la engañó. Déjeme usté que yo vaya á buscar á ese mal pare; en memoria de su mare suélteme usté. Sargento. ¡Calla! ¡Calla! Pablo. Antes que amanezca el día le juro que me presento: nunca falté á un juramento por su mare! Sargento. (Vacilando). ¡Madre, mía! (De pronto y decidido) Por ella sí que lo haré. (Desatando á Pablo). ¡Por ella rompo esa cuerda aunque los galones pierda! Ya eres libre, Pablo. ((ion alegría) . \olveré. — 55 - ESCENA IX DICHOS, CARABINEROS l.° y 2.® que llegan al encuentro de Pablo. Carab. l.o ¿Dónde se va por ahí? Sargento. (Aparte). ¡Por tí madre, aunque me pese! (A los carabineros). Ei presidiario no es ese, salió huyendo por ahí. Sargento. (Los carabineros vánse por el foro, derecha). (A Pablo). ¡Corre! Mata á ese mal padre, autor de una acción villana: ¡A ese que engañó á tu hermana como otro engañó á mi madre! s (Pablo huye por el foro, izquierda; el sargento le mira huir). Mutación ✓ . • » otj\a.id:ro cuabto La escena representa una calle del b.arrio de la Viña de Cádiz. En primer término, derecha, la casa de María Ventura con puerta y ventana practicable; á la izquierda otra casa con puerta practicable también. A lo largo, corre el pretil de la muralla y detrás de ella se ve el mar. Esta muralla co¬ rresponde al campo del Sur, cuya perspectiva se ve á lo lejos. ESCENA PRIMERA CURRO, que trae unos bigotes pintados con corcho, y el SAR¬ GENTO en traje de paseo. Ambos salen de la casa de la iz¬ quierda. Sargento. Curro. Sargento. Curro. Sargento. Curro. Ya ha visto usté, señó Curro, cómo María la O es una buena persona . Y accedió á que Rosariyo se quede ahí escondía, con su niño, pa apare¬ cerse y confundí á ese granujilla, cuando venga á pelá la pava con la hija de la Grulla. Ahí vive: trabajo nos ha costado ave¬ riguarlo; vamos enseguida pa que se¬ pa quién es su futuro yerno. Eso que ha hecho de haber pagao pa que me cortaran el talismán que yo llevaba aquí (Señalándose el bigote). Como que ha perdió usté el cartel que tenía con las mujeres. Hasta que no lo mate, voy á estar de vergüenza metió en mi casa, debajo de una canastade colá. ¿Se me conoce mucho que llevo el bigote pintao con corcho? Esta mañana fui á darle un beso á una admiraora y le tizné toa la cara. Sargento. Yo, señó Curro, llevo un uniforme, que no me permite perderme por un criminal, pero tengo una conciencia que me manda arrancarle la careta. De matarlo, tal vez se encargue otro con más derecho que yo. Yo voy á decirle á la Grulla quién es su futuro yerno. Curro. Y que esa señora es, según dicen, tal¬ mente un compañero de usté. Sargento. ¿Cómo? Curro. Sargento de Carabineros también. ESCENA II DICHOS y MARIA VENTURA que saca un sillón de brazos y se sienta á la puerta. Sargento. Curro. María V. Curro. Mariv V. Curro. Debe ser esa que sale á tomar el sol. La mesma que estaba en Puerta Tie¬ rra ayer: primero voy á retocarme Un pOCO. (Saca un trozo de espejo y un cor¬ cho y se pinta el bigote). Ahora verá usté Un hombre. (Acércase á María después de dar unos cómicos paseitos). ¿Comare, usté es por casolidad esa buena moza que le llaman la Grulla? (Levantándose furiosa). Oiga Usté: cuatro hijos de pares desconocíos son en el barrio los que me llaman asín; pero yo estoy bautizá en San Lorenzo y me llamo María Ventura. ¿Cómo? ¡María Ventura! mujéde Ca¬ yetano el Mellizo. Casa por la Iglesia estuve veinte años con él. Válgame la Magdalena, Mariquilla, mírame bien con esos ojos jitanos, y dimesi hace quince años no habernos tenío relaciones. - 60 - mar gachó haiga equivocao á mi Con¬ chilla, le juro . Curro. No es menesté que lo jures: más vale que lo coja el carro de la basura, (ai sargento). Vamos: Esta escena me ha hecho más daño que unas botas apre- tá. (Ambos entran en la casa de enfrente). ESCENA IV ^ MARIA VENTURA, CONCHA, á poco el JEREZANO MARIA. V. (Al ver á Concha que llora). ¿Qué tienes? Concha. ’ ¿Qué he de tener? Después de quererle un año, la puñalá de su engaño ha matao mi querer: que no se vuelva á acordar de cuáles son nuestros nombres. María V. Cabal hija, si hay más hombres que arenas tiene la mar. Que ese pillo no te encuentre como estabas: loca y ciega. Concha. Por el Campo del Sur llega: no le deje usté que entre. (Concha entra en sn casa) . Jerezano. ¿Y mi niña? ‘ María V. Buena está, (Poniéndose en la puerta). Jerezano. ¿Saldrá? María V. ' Si le da la gana pué que salga á la ventana. Jerezano. ¿Corre mal viento? María V. Quizá. Jerezano. Entraré á verla. MARIA \ . (Deteniéndolo). ¿Qué dicCS? ¡Qué has de entrar. Jerezano. Soñando estoy. María. Y. Yo á los granujas le doy con la puerta en las narices. (Lo hace). ESCENA ULTIMA JEREZANO, CONCHA en la ventana, después CURRO, SARGEN¬ TO, MANOL1LLO, ROSARIO, PABLO y MARIA VENTU¬ RA. Jerezano. ¡Concha! Concha. (En la ventana). ¡Pedro! Jerezano. ¿Qué sucede? Por qué se cerró esa puerta? Concha. Yo siempre juré quererte, Pedro, con fatigas negras y voy á darte mi mano y mi persona y mi hacienda; mas antes de ser yo tuya . abre el alma en esta reja que va á ser confesonario y tú el reo que se confiesa. Me han dicho que un hijo tienes y si tal infamia es cierta yo te probaré que llevo sangre andaluza en las venas. JEREZANO. (Sorprendido y aparte). ¡Pedro! calma y osadía ó eí porvenir te lo juegas. (A Concha). ¿Quién, mi Conchilla, ha venío- á contarte esa trigedia? ¡ Algún mal alma que tiene invidia de que me quieras! ¡Iba á tener yo, chiquilla, esas entrañas tan negras de dejar á un chavalillo pasar jambre, frío y pena y no sentir el verdugo que se llama la conciencia! (Aparecen en la puerta de la casa el sargento y Curro, éste trae de la mano á Manolillo, niño de unos cinco años, descalzo y con el traje roto: quedan detenidos, oyendo al Jerezano). , Rv ' . Aíí > \ f - • - •• .• ;*! ■ ' . - r - i ■ f , . 54>‘‘ * - •• . . . . ’ ■ »< ' ) IV. . i/íítoaáO .o- i* . . - . > *• ' , _ K*¿ ' ' . v * í \ ' • . • . ? .:«}•■ . ¡\ : J. y. '• ttj ;*i !* ftr ; <-fU; ir . íi ¿ ; . t-> ,u •'/ s,.v'.- . -r ; _•/ .í:>íÍ":í :^Xc ..< >V»v; ; • * . • •-» 'V.\ - i , . - •■■■ -i ' ■ ■ • ■ Vi !».:1 . i IV. r :j-i . ' f» ¿ ' . , ■ \[-.vü, ’ u* :¿; m> ) ,• t> < J SifcV» f * ‘ ’ I : !■, o \'h -. ... i:; • • ' ' <■ : . > v f ' * •' ¿. ■ ■ . * > .;( • •• .■ * • • •. " : ' ' v' .. r¿ .•;■ : ! A t?Sm \ . * * >■ • -i *’ ‘ ■ ' i ti . * “ ' MÍ • ’i í • ■ . . . ... . , . ’■ -V5' . i' . ..-i- : ■ . ' ' . ’t i r ■ •' ¿. • v ' \ * V (tlC •SjK M-. •' •. • , . Bft. Obras de Francisco Palomares La 'Estrella, de la mañana} Drama en tres actos. 'honor y Estría, drama en tres actos. Si Jmprudente XLomobono , comedía en dos actos. El Preceptor de la niña , zarzuela en un acto. Sangre < ELndaluza , zarzuela en un acto. El cJ)octor fausto y opereta en dos actos. Lenguas E ivas , zarzuela en un acto. Los LMíuras ; sainete lírico en un acto. El Earbcro de X1 ' iana , sainete en un ac^o. í Después de la Eorrida, pasillo cómico en un acto. Edículas ¿flndaluzas, zarzuela en un acto. Jierencia de ^ Imor, comedia en un acto. La Eluda inconsolable , sainete lírico en un acto. El hijo de 3¡Lpclo> sainete en un acto. El tercer aviso ^ sainete cómico en un acto. La sangre Española , zarzuela patriótica en un acto El Earrio de la Erna, zarzuela en un acto. V 112 11 5871839 ■■i J * * i ’ * A i < i J - . 'i i % i J -